Las comparaciones sirven básicamente para una cosa muy útil. Poder decidir.

Una comparación permite establecer y apreciar las diferencias entre dos (o más) objetos o hechos. Y entonces facilita poder decidir entre ellos.

Porque, ¿cómo decidiríamos entre varias cosas si todas ellas fueran iguales? ¿Cómo elegiríamos universidad, casa, pareja, o más importante aún, moto?

el asno de BuridánJean Buridán fue un filósofo del siglo XIV que postulaba que toda decisión era posible ponderarla a través de la razón. Sus críticos contra argumentaron con un razonamiento que ha pasado a la historia con el nombre de “el asno de Buridán”. Ese razonamiento exponía que, de ser cierto lo que decía Buridán, un burro, enfrentado a dos balas de paja exactamente iguales a exactamente la misma distancia de él, moriría de hambre porque no habría nada que hiciera que se decidiera por uno en vez de otro.
Es decir, no habría nada que hiciera, por comparación, más apetecible un montón de paja que el otro.

 

La comparación es usada de manera natural en nuestra vida para tomar decisiones, algunas trascendentes, otras no tanto. Y también es empleada de manera habitual en comunicación comercial para ensalzar las bondades de un producto con el objetivo de mostrar su superioridad y persuadir para su compra. A veces se compara expresamente con uno de la competencia, a veces se realiza una comparación elíptica (decir que una moto tiene “la aceleración más alta de su categoría” es realizar una comparación con todas las otras motos de esa categoría, aunque no aparezcan ni se las mencione explícitamente).

Y entonces llegó Henry Wolf.

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Henry Wolf es un ciudadano de San Francisco que, en 2012, a los 52 años, demandó a BMW North America y a la empresa Corbin Pacific, que suministraba sillines como accesorios para las motos de BMW. Wolf argumentaba en su demanda que el 1 de mayo de 2010 había montado en su vieja BMW K100 RS de 1993 durante 4 horas y al concluir el viaje el frotamiento con el sillín le había ocasionado una erección. Una erección que se había prolongado durante 20 meses. Los 20 meses transcurridos hasta el momento de la demanda. El texto de la demanda no tiene desperdicio.

BMWEn ella se lee que tras ese viaje “el demandante desarrolló un caso severo de priapismo (una erección persistentemente duradera). […] Esta condición fue causada por el sillín en forma de cresta de su motocicleta, negligentemente diseñado, manufacturado y/o instalado por los demandados”.

La demanda añadía que “el demandado […] ha estado experimentando continuos problemas desde ese viaje en moto. […] Ahora es incapaz de realizar actividad sexual, lo cual le está causando una sustancial angustia mental y emocional”. Obviamente, Wolf pedía a ambas empresas una compensación económica, no se especificaba de cuánto, por los gastos médicos, las secuelas y los meses en los que no había tenido ingresos, ya que no había podido trabajar debido a su permanente erección.

Estados Unidos es el país de los abogados y la demanda siguió su curso, en vez de ser desestimada en primera instancia. En 2014, dos años después de iniciarse la demanda, un juez la descartó “por falta de elementos probatorios”. El juez sí había aceptado el testimonio de un urólogo que confirmaba que Wolf padecía de priapismo, pero desestimó el de un neurólogo que afirmaba que las vibraciones de la moto podían ser el origen del problema.

Wolf apeló la decisión. Y a finales de 2015 la Corte de Apelaciones la desestimó definitivamente reprochando que su apelación “incumplía las reglas del procedimiento de apelación” y “carecía de argumentos inteligibles”. En su sentencia de 14 páginas la corte hacía referencia a la tumescencia (nombre técnico para la hinchazón de un órgano) y a la aspiración del cuerpo cavernoso, lo cual no dejaba de ser pintoresco.

BMW North America litigó en contra firmemente durante esos años e incluso en su blog, poco tiempo después de presentarse la demanda, clamaba indignada que no había ni un solo caso médico en la base de 21 millones de archivos médicos en el que se asociara priapismo y motos. Y citaba a un urólogo que decía que “no hay ni un solo dato médico que soporte lo que afirma este hombre”. El blog de BMW añadía que sí los había de conducciones prolongadas que habían dado lugar a casos de entumecimiento e incluso de infertilidad. (No sé si los lectores del blog habrían preferido saber lo contrario. Que sí generaba erecciones y no infertilidad).

Bmw-museoBMW quería claramente ganar ese juicio, pero tal vez no era la única que quería que lo ganara. Pensemos en todos los fabricantes de motos que no son BMW. ¿Cómo iban a poder comparar sus motos con una moto que generaba erecciones que duraban años? ¿Qué más dan los caballos, el número de cilindros, los tiempos del motor frente a erecciones imparables? ¿Qué argumento le das a tu fuerza de ventas ante la posibilidad de que en el concesionario un posible comprador pregunte: “¿Y esta moto también me hará tener erecciones inacabables?”?

Tal vez secretamente los Consejos de Administración de todas las demás empresas fabricantes de motos rezaban para que BMW ganara y quedara sin fundamento esa relación entre motos BMW y erecciones indestructibles.

En el terreno de la comunicación, en todo el mundo y desde hace décadas, BMW ha construido un territorio alrededor de un concepto muy sencillo. El placer de conducir. BMW litigó con fiereza contra esa demanda, tal vez sin darse cuenta de que esa demanda tangibilizaba de manera extrema su promesa de disfrutar conduciendo. Porque el placer de conducir se convertía en un placer que duraba mucho más allá del tiempo de estar en la moto.

Como Henry Wolf experimentó en sus propias carnes durante 20 meses.

Fuente foto BMW Museo: Licencia CC Attribution-Share Alike 3.0; Autor: Nathanael Majoros

 

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Javier Carro

Creativo publicitario con años de experiencia en España y México. Hablo de las motos y de los motoristas con la admiración de quien sabe que es un mundo que nunca ha podido realmente conocer. Porque solo una vez en mi vida, en Formentera un día de verano, llevé una moto… ¡Y conseguí no caerme!

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