Editorial - Fama

En una charla con amigo piloto que fue casi famoso me reconoció que la fama era más difícil de llevar que una 500 de dos tiempos… “Yo no fui famoso del todo porque soy un cagón y no quería morirme. Iba para famoso, pero a mitad de camino me di la vuelta”. “Gané una carrera importante y me cambié el collar de laurel por uno de ajos para evitar que me mordiera la fama. La fama es como los vampiros, si te muerde te hace inmortal”. “Me quedaba grande eso de la eternidad”. “Ahora me arrepiento un poco, me hubiera gustado haber hecho historia, no hubiera dado para una página, pero sí para un par de buenos renglones, lo que ocurre es que cuando quise volver ya era tarde. No se puede volver al pasado, por un problema de logística”.

“Oye, y esto que estás escribiendo, ¿ lo lee alguien?” me pregunta. “Bueno, no mucha gente” le respondo. “Pues les dices a los que lo lean que la fama no puede ser un objetivo, que tiene que ser la consecuencia de hacer algo excepcionalmente bien”. “Es que ahora todo el mundo quiere ser famoso. La gente quiere ser famosa por ser famosa y eso no vale”. Le digo que así lo haré, que voy a hacer un número dedicado a la fama y a las motos. “Y ¿sobre qué vais a escribir?” me pregunta. Pues creo que escribiremos sobre la importancia de dejar tu sello y sobre el famoso salto de McQueen en La gran evasión que no fue de McQueen, y sobre el día en que las motos se hicieron famosas en España. También creo que escribiremos sobre cómo hacerse rico y famoso sin ser reconocido y, por supuesto, sobre los que como tú se dieron la vuelta al ver la fama de frente.

“Me va a gustar”, me dice, “espero que a los demás también les guste”. Eso espero yo también.

El editorial - fama

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