En 1982 descubrimos cómo serán las motocicletas en el futuro. Nos lo reveló Tron, una película en la que su protagonista, un joven y arrogante programador llamado Kevin Flynn (interpretado por Jeff Bridges), era absorbido dentro de un mundo digital gobernado de forma tiránica por el CCP, la inteligencia artificial de la megacorporación Encom.
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La película, producida por Walt Disney Productions, no tuvo éxito inicialmente, hasta el punto que el propio juego ‘Tron’ ganó más dinero que el primer lanzamiento de la película. Sin embargo, con el tiempo ha llegado a alcanzar el status de película de culto debido al uso de sus gráficos generados por ordenador, inaugurando un subgénero en la ciencia ficción, la realidad virtual. Su estilo visual marcó tendencia. Los creadores de su estética futurista eran el artista conceptual Syd Mead, que también estuvo ligado a películas icónicas de ciencia ficción como Blade Runner o Aliens, y el dibujante francés Jean Giraud, autor de Moebius.

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Pero regresando al tema que nos ocupa, lo verdaderamente atractivo de la película es la participación de Kevin Flynn en persona en diversos juegos para seguir su aventura. Y uno de ellos, el más celebrado, fue el de las llamadas “motos de luz”. El juego consistía en una carrera en la que los participantes se mantienen en constante movimiento, creando una pared tras ellos conforme se mueven. Cuando un jugador choca contra una pared (por accidente o porque no tiene más espacio para moverse), pierde, y gana el jugador que llegue al final sin haber chocado.

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Moto Tron

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La moto en cuestión presentaba una aerodinámica impensable en la realidad. O quizás no. Porque la empresa Evolve Motorcycles la fabricó y presentó en el Salón del Motor de Milán de 2011. El modelo en cuestión lo bautizó como Xenon, un clon de las célebres Lightcycles de Tron. La motocicleta posee un motor de 40 kW (54 CV) alimentado desde una batería de iones de litio, que le confiere un alcance de 50 kilómetros y un tiempo de carga de 3 horas. Su velocidad máxima es de 160 km/h y destaca que las llantas no tienen eje central y su decoración LED en las ruedas, lo que le dan una vistosidad inconfundible.

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Fabricada con fibra de carbono y de vidrio, y rematada en marco de acero endurecido, los neumáticos son de dimensiones exclusivas para el modelo. Su precio de venta al público de salida fue de 55.000 dólares (40.000 euros sin contar impuestos).

La Honda V4, una moto de concepto futurista que copia de la Xenon sus llantas sin eje central y una anatomía que integra al conductor en el vehículo.

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Honda V4

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Aquello desató una fiebre futurista entre los fabricantes de motos. Una corriente que provocó que la ciencia ficción dejase de ser una utopía en el mundo de las motocicletas y comenzamos a ver motos agresivamente aerodinámicas. Llegaba el tiempo de las monstruocicletas. Entre ellas la Honda V4, una moto de cuatro tiempos, motor de cuatro cilindros con una transmisión de doble embrague que ofrece cambios instantáneos, un concepto futurista que copia de la Xenon sus llantas sin eje central y una anatomía que integra al conductor en el vehículo. O la Honda NM4- Vultus que destaca por sus luces de LED y su silueta de bombardero. Una moto inspirada, sobre todo en su perfil delantera, en los dibujos Manga. Ofreciendo, además, la conducción automática o manual, con un sistema copiado del mando de

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ordenador.

Otro de los vehículos nacidos de la ciencia ficción es el Batpod, el híbrido en el que se desplaza Batman. Similar a un motocicleta, creada como una vaina de escape este vehículo auxiliar del superhéroe disponía de un solo cilindro, sin tubo de escape y con unas llamativas ruedas de 508 milímetros.
La ciencia ficción ha alumbrado una generación de monstruocicletas como la Dodge Tomahawk, cuya ingeniería extrema calza un motor V10 de 507 caballos y 8300 centímetros cúbicos en este vehículo descomunal y exclusivo cuyo precio asciende a 250.000 dólares. Entre los híbridos surgen monociclos como el Ryno, inspirado, quizás, en películas como Star Wars o Blade Runner, con su sensor giroscópico y una rueda robusta.

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Honda NM 4

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O el monotracer, con su estructura autoportante de chasis de kevlar y fibra de carbono reforzado con aluminio. 1170 centímetros cúbicos y 130 caballos en un motor BMW cuya aerodinámica y poco peso (485 kilosgramos) le permiten llegar a 250 km/h o acelerar de 0 a 100 en menos de cinco segundos. Destaca, además, la puerta en forma de ala de gaviota que da paso a su cabina de dos asientos. El prototipo de la Yamaha Tesseract se quedó en eso, en proyecto de un vehículo con suspensiones duales y tecnología híbrida. Lejos de la futurista Kawasaki J, una motocicleta que a primera vista destaca por sus tres ruedas, pero cuyo avance más destacado es su arquitectura variable. Dos configuraciones gracias a un bastidor  articula-

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do que aumenta la distancia entre ejes para dotar de una conducción sport o más convencional.

La ciencia ficción ya es una realidad en el motociclismo, que ha llegado mucho antes al futuro que el automovilismo, al experimentar con aerodinámicas arriesgadas, modelos híbridos que van desde monociclos a motocicletas de tres o cuatro ruedas, o soluciones impactantes como llantas sin ejes, arquitecturas variables, ruedas sobredimensionadas, materiales como el kevlar, luces de LED… Prototipos que introducen a sus conductores en el túnel del tiempo, los integran en páginas de cómics o los convierte en superhéroes. Las monstruocicletas son una realidad. El futuro ya es presente.

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Fuente foto destacada: Licencia CC Attribution-Share Alike 2.0; Autor: Futurilla
Fuente foto moto Tron: Licencia CC Attribution-Share Alike 2.0; Autor: TORLEY
Fuente foto moto Honda V4: Licencia CC Attribution-Share Alike 2.0; Autor: Enrico D.D.
Fuente foto Honda NM4: Licencia CC Attribution-Share Alike 4.0 International; Autor: Rainmaker47

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Fermín De la Calle

Desde hace 20 años, trabajando en diario AS como jefe de sección de fútbol y polideportivo, en Canal + como comentarista de Rugby, y actualmente en Eurosport TV. Colaboro con el suplemento Papel de El Mundo, Esquire y con GQ. Socio fundador de las webs deportivas “A la Contra” y “Desde la línea de 22”.

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