Un anuncio así, como el que en 1914 publicó el explorador británico Ernest Shackleton para reclutar hombres en su última aventura de atravesar a pie la Antártida, sería el que debieron imaginar en el departamento de la NASA encargado de reclutar astronautas, cuando proyectaron llevar la primera moto a la Luna. La exploración de la Luna mediante sondas o naves tripuladas para sobrevolar, orbitar o bien alunizar en ella se inició a finales de la década de 1950.
La Unión Soviética por aquel entonces
[/bt_text][/bt_column][bt_column width=»1/3″][bt_text]fue la primera en realizar misiones lunares no tripuladas, pero Estados Unidos y su archifamoso Proyecto Apolo serían los únicos que realizaron misiones lunares tripuladas. El éxito de una misión espacial tripulada implica que los astronautas deben contar con una técnica fiable, conocimientos especializados, una buena forma física y a mayores una gran estabilidad psíquica. Todos tenemos imágenes grabadas en nuestra retina en las que vemos a astronautas desenvolverse torpemente en la superficie lunar.
Y es que en la Luna, se producen pérdi-
[/bt_text][/bt_column][bt_column width=»1/3″][bt_text]das funcionales, algunos movimientos se ralentizan y se vuelven imprecisos, la ejecución de tareas simultáneas se hacen más difíciles. Los astronautas son preparados en tierra bajo duros entrenamientos para realizar su trabajo en condiciones de gravedad reducida y evitar accidentes. Teniendo en cuenta todos estos factores y algunos más que veremos, no me quiero ni imaginar lo complicado que debe ser circular subido en una moto por la Luna. Incluso circular en una moto con traje de astronauta aquí mismo, en la Tierra.
[/bt_text][/bt_column][/bt_row][bt_row][bt_column width=»1/1″][bt_hr top_spaced=»topMediumSpaced» bottom_spaced=»not-spaced» transparent_border=»noBorder» el_class=»» el_style=»»][/bt_hr][/bt_column][/bt_row][bt_row][bt_column width=»1/2″ align=»center» vertical_align=»inherit» border=»no_border» cell_padding=»default» animation=»no_animation» highlight=»no_highlight» background_color=»» transparent=»» inner_background_color=»» background_image=»» el_class=»» el_style=»»][bt_image image=»7571″ caption_text=»» caption_title=»» show_titles=»no» size=»full» shape=»square» hover_type=»btDefaultHoverType» url=»» target=»_self» el_class=»» el_style=»»][/bt_image][/bt_column][bt_column width=»1/2″][bt_image image=»7567″ caption_text=»» caption_title=»» show_titles=»no» size=»full» shape=»square» hover_type=»btDefaultHoverType» url=»» target=»_self» el_class=»» el_style=»»][/bt_image][/bt_column][/bt_row][bt_row][bt_column width=»1/1″][bt_hr top_spaced=»topMediumSpaced» bottom_spaced=»not-spaced» transparent_border=»noBorder» el_class=»» el_style=»»][/bt_hr][/bt_column][/bt_row][bt_row][bt_column width=»1/3″][bt_text]No sé si el objetivo de la NASA a finales de los años 60 era alunizar o simplemente alucinar, pero el caso es que se plantearon muy seriamente enviar como vehículo de apoyo a la Luna una moto. El prototipo de moto lunar ya estaba construido en 1969 y realizaron alguna que otra prueba en ausencia de gravedad. Aquella moto lunar era lo más parecido a una Ducati Mini Marcelino que he visto. Un vehículo horrendo y poco práctico para esas aventuras espaciales.
[/bt_text][/bt_column][bt_column width=»1/3″][bt_text]Varias pruebas se hicieron a bordo de un avión KC-135 (el primer Vomit Comet), en las que se hacía descender bruscamente al avión para poder realizar una simulación de microgravedad. La aparatosidad de un piloto con traje de astronauta de la época a lomos de una pequeña y fea moto, lleno de tubos que se conectan con una enorme mochila donde seguramente lleve todo el equipo de respiración autónoma, era cuanto menos chocante.
[/bt_text][/bt_column][bt_column width=»1/3″][bt_text]Hay que tener en cuenta que la estabilidad de la moto en ausencia de gravedad, tiene que ser complicada para el piloto. Con esta poca gravedad, una sexta parte de su peso, seguramente es mucho más difícil sujetar la moto en perfecto equilibrio. Mucho más que en la Tierra. Pero además, si comenzamos a incluir variables como el tipo de terreno que hay en la Luna la cosa se enreda aún más.
[/bt_text][/bt_column][/bt_row][bt_row][bt_column width=»1/1″][bt_hr top_spaced=»topMediumSpaced» bottom_spaced=»not-spaced» transparent_border=»noBorder» el_class=»» el_style=»»][/bt_hr][/bt_column][/bt_row][bt_row][bt_column width=»1/1″][bt_image image=»7563″ caption_text=»» caption_title=»» show_titles=»no» size=»full» shape=»square» hover_type=»btDefaultHoverType» url=»» target=»_self» el_class=»» el_style=»»][/bt_image][/bt_column][/bt_row][bt_row][bt_column width=»1/1″][bt_hr top_spaced=»topMediumSpaced» bottom_spaced=»not-spaced» transparent_border=»noBorder» el_class=»» el_style=»»][/bt_hr][/bt_column][/bt_row][bt_row][bt_column width=»1/1″][bt_hr top_spaced=»topMediumSpaced» bottom_spaced=»not-spaced» transparent_border=»noBorder» el_class=»» el_style=»»][/bt_hr][/bt_column][/bt_row][bt_row][bt_column width=»1/3″][bt_text]El prototipo carece del más mínimo aspecto todo terreno que debería tener un vehículo diseñado para ir por los cráteres lunares enfrentándose a desniveles pronunciados, piedras sueltas y un firme más parecido a una mezcla de arena, ceniza y polvo que al terreno de nuestro planeta. El mal llamado suelo lunar es el resultado de la desintegración mecánica de rocas basálticas causadas por continuos impactos de meteoros y el bombardeo interestelar de partículas atómicas que hacen sin duda con todo este cóctel
[/bt_text][/bt_column][bt_column width=»1/3″][bt_text]una mezcla polvorienta de terreno resbaladizo.
Y para añadirle aun un poco más de complicación al asunto, si ya de por sí cualquier actividad habitual en la Luna puede convertirse en peligrosa, como lo que le sucedió a Charlie Duke, piloto del módulo lunar del Apolo 16, que cae al suelo durante una exploración lunar y no le fue nada fácil levantarse del suelo. ¿Qué ocurriría en una caída con moto de por medio y ese gran casco con la enorme visera panorámica rodando o golpeando una piedra?
[/bt_text][/bt_column][bt_column width=»1/3″][bt_text][/bt_text][/bt_column][/bt_row][bt_row][bt_column width=»1/1″][bt_hr top_spaced=»topMediumSpaced» bottom_spaced=»not-spaced» transparent_border=»noBorder» el_class=»» el_style=»»][/bt_hr][/bt_column][/bt_row][bt_row][bt_column width=»1/1″][bt_text]La “moto lunar” fue diseñada para sustituir al Lunar Rover en caso de avería en la misión Apollo 15 y como vehículo suplementario en las siguientes misiones. Finalmente, la NASA se decantó por utilizar sólo el vehículo de cuatro ruedas. Menos mal.
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