Muy pocos son los pilotos que se atreven a reconocer que sienten miedo en alguna ocasión.

Los hay que no lo han sentido jamás, como acostumbra a decir el padre del intrépido Marc Márquez sobre su hijo. Los hay que lo sienten y que nunca lo reconocen, porque entienden o temen que sería una muestra de debilidad. Y los hay que ni ya retirados emplean ese argumento para explicar los motivos que les llevaron a optar por decir adiós en su día. Miedo es palabra tabú en el Mundial de Motociclismo, pero toda norma que se precie de serlo tiene una excepción y en este caso la hay con nombre y apellido…

palabra tabuEl único piloto al que he escuchado hablar de miedo sin complejos en las casi dos décadas que llevo en el Mundial ha sido Jorge Lorenzo. ¡Y más de una vez! La primera de ellas fue en 2008, en su temporada de debut en MotoGP™, después de sufrir una espeluznante caída en Montmeló que le llevó al hospital con una preocupante conmoción cerebral. Mientras sus compañeros de parrilla seguían con la acción en la pista, el mallorquín durante unas horas no paraba de repetir, postrado en una cama de hospital, qué había pasado, qué hacía allí y a qué se dedicaba. Pasado el peligro, volvió al box de Yamaha, pero entonces no fue tan rápido y descarado como lo venía siendo hasta el momento de su accidente en el asfalto catalán. La razón la dio él mismo, al reconocer que sentía miedo tras lo que había vivido y que hicieron falta varias carreras para espantar esa sensación que le atenazaba. Lo consiguió al reencontrarse con el podio en el circuito de Misano.

En esa época el balear aún no era campeón, pero el miedo no entiende de títulos ni tampoco los respeta porque, siéndolo ya en 2014, por entonces tetracampeón, volvió a confesar que sentía miedo y falta de confianza en las carreras de agua por todo lo que había sufrido en el pasado y, sobre todo, el año anterior. Fue cuando se rompió una clavícula el jueves de Assen, le operaron de madrugada el viernes en Barcelona y el sábado fue capaz de terminar quinto una carrera que tenía lugar sólo 35 horas después de romperse.

lorenzo tabu

Contábamos en las primeras líneas que los hay que ni ya retirados acuden al miedo para argumentar los motivos de su adiós a la competición. Puedo asegurar que algún caso conozco, pero no seré yo el que se salte un off de record. Lo que sí he querido rescatar para este artículo es una de las muchas conversaciones mantenidas con el genial Ángel Nieto, para mí El Maestro. Es la relativa al momento en el que decidió que se retiraba. Cuenta el doce más uno, entre amigos o delante de un micrófono, lo mismo le da y la misma gracia tiene, que estando en la parrilla del GP de Austria 86 de la carrera de 125cc se dio cuenta de repente de que ya no tenía edad ni necesidad de arriesgar el pellejo como venía haciéndolo hasta ese momento.

“No era miedo lo que sentí”, dice antes de razonar: “Eran falta de ganas y de empuje. Me pregunté qué hacía yo ahí con 39 años, en la parrilla de Salzburgring, con lo fuerte que estaba Aspar y otros pilotos. Así que cuando acabó la carrera y llegué al box me fui hacia los mecánicos y les dije que se había acabado, que se me habían quitado las ganas de tirar”.

Tiende a decirse en algunos foros, de manera equivocada, que los pilotos están locos, porque de otro modo no se entiende que vayan lo rápido que van o que acorten los plazos de recuperación de las lesiones como lo hacen. El propio Nieto dice que “ni mucho menos, que aquí no hay ni uno loco, porque todos saben lo que se juegan. Lo que pasa es que no piensan en ello, pero todos saben que el peligro está ahí”. He ahí tal vez la fórmula para que los pilotos no tengan miedo y, en caso de tenerlo, sepan convivir con él como si no existiera. ¿Quién dijo miedo? En el Mundial de MotoGP™, nadie o casi nadie.

 

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Mela Chércoles

Enviado especial de Diario As y la Cadena Ser@ a los Grandes Premios de MotoGP. Estuve en Mediaset MotoGP cinco inolvidables temporadas. Con la maleta a cuestas…

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