Todos hemos perdido algunas llaves alguna vez. Unas llaves que de repente no encontramos, no tenemos ni idea de dónde están, no sabemos en qué momento las perdimos.

Las llaves de casa, las del coche, las de la taquilla del vestuario del gimnasio (pocos días en que vamos y encima las perdemos), las del buzón del correo, las de nuestra querida moto…

A partir del momento en que reparamos en esa pérdida, se producen 3 preguntas fundamentales.

“¿Cómo las he perdido?” (Momento de Cuestionamiento Metafísico de Nuestra Propia Torpeza).

“¿Dónde las he perdido?” (Momento de Escudriñamiento Infructuoso de la Capacidad de Nuestra Memoria y Descubrimiento de sus Límites).

“¿Cómo es que busco y busco y no las encuentro?” (Momento de Voy a Empezar a Creer en Los Duendes).

Pero el hecho de haber perdido unas llaves va más allá de esas preguntas. Nos lleva a pasar por una sucesión de distintas fases emocionales. Fases emocionales que primero explicaremos teóricamente y luego materializaremos por la vía de casos ocurridos en la vida real. Aunque cueste creerlos. No todas las fases ocurren siempre. No todo el mundo recorre todas.

Primero viene la Fase Pánico. Esa fase en la que reparamos inmediatamente en que no vamos a poder entrar en casa, no vamos a poder abrir la taquilla, no vamos a poder arrancar la moto e irnos donde íbamos a ir.

Inmediatamente viene la Fase Vergüenza 1. Esa fase muy breve en la que, básicamente, nos avergonzamos de haber sido tan tontos como para haberlas perdido.

Luego llega la Fase Dedicación. Esa fase en la que, con un frenesí interior irrefrenable, nos lanzamos a repasar mentalmente cuándo las vimos por última vez, qué hemos hecho en las últimas horas y nos ponemos físicamente a realizar su búsqueda.

A continuación pasamos a la Fase Vergüenza 2. Esa fase en la que nos avergonzamos de ser tan tontos de no ser capaces de encontrarlas. Cabe resaltar que esta fase se suma a la Fase Vergüenza 1, con lo cual se genera una doble vergüenza acumulada. La de haberlas perdido y la de no poder encontrarlas.

Y eso en algunos casos lleva a la siguiente fase, la Fase Esto No Sale De Aquí. Esa fase en la que sentimos esa doble vergüenza tan intensamente que decidimos que el mundo no debe enterarse de lo que ha ocurrido y de que somos tan tontos.

Y luego, sólo en algunos casos extremos, se pasa a la fase final. Una fase fruto de la doble vergüenza acumulada, del deseo de que nadie sepa lo tontos que hemos sido y de los profundos grados que puede alcanzar la idiotez humana. Es la Fase Apoteosis de la Estupidez.

En los días previos a la inauguración de los juegos olímpicos de Londres, un equipo de seguridad de Ccotland Yard perdió las llaves del estadio. No saben cuándo ni dónde. Tras una semana buscando desesperadamente las llaves, tuvieron que hacerlo público…

Cesped llave de motoDijimos que íbamos a poner ejemplos de la vida real que ayudaran a tangibilizar esas fases. Y allá van. En los días previos a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres, un equipo de seguridad de Scotland Yard revisaba las instalaciones de Wembley. A la hora de comer, reparan en que han perdido las llaves del estadio. No saben cuándo ni dónde. Tras una semana buscando desesperadamente las llaves (buscar algo en el estadio de Wembley no es lo mismo que buscarlo en el salón de tu casa), tienen que asumir que no las encuentran y se ven obligados a hacerlo público.

 

Resultado: como eran unas llaves que usaban alta tecnología láser y que para garantizar aún más la seguridad eran irreproducibles, tuvieron que cambiar todos los candados de Wembley justo antes de empezar los Juegos Olímpicos. Coste: 40.000 libras esterlinas. (Fases Pánico, Vergüenza 1, Dedicación, Vergüenza 2 y Esto No Sale De Aquí juntas).

Salem (sí, donde las brujas), 16 de mayo de 2016. Un hombre va a tirar la basura en uno de esos espacios habilitados para ello en el interior de los edificios americanos. Uno levanta la tapa de metal, lanza la bolsa de basura y cae por el conducto que la lleva hasta el sótano del edificio. El hombre tira la bolsa y en el acto se da cuenta de que ha lanzado también las llaves de casa que llevaba en la mano. Ahí mismo le ofrece a una vecina 20 dólares para que se meta por el estrecho conducto (él no cabe) y descienda por él atada a una sábana. La vecina increíblemente acepta, se introduce en el conducto, inicia el descenso en pos de las llaves y la sábana se rompe. Resultado: una pierna rota de la vecina tras caer 3 plantas hasta el sótano. (Fases Pánico y Apoteosis de la Estupidez juntas).

Condado de Broward, Florida, 19 de Julio de 2016. Un guardia de seguridad de la prisión del condado descubre que ha perdido su copia de las llaves de las esposas. No informa de la pérdida porque, según explica después la portavoz de la oficina del sheriff, “se dio cuenta de que había perdido las llaves, pero pensaba que las iba a encontrar”. Un par de días después de la pérdida, un preso que estaba en el juzgado declarando se libera de las esposas gracias a esa copia de las llaves que había encontrado en la prisión, salta del estrado, corre escaleras abajo del edificio y sale a la calle y se pierde en el mundo. (Fases Pánico, Vergüenza 1, Dedicación, Vergüenza 2 y Esto No Sale De Aquí juntas).

Río de Janeiro, 3 de Agosto de 2016. Otra pérdida de llaves durante los Juegos Olímpicos. Otra vez de las llaves del estadio, en este caso el Joao Havelange, el día en que se celebraba un partido de fútbol, competición que se inicia antes de la ceremonia inaugural. Nadie encontraba las llaves para que el público pudiera acceder por la puerta oriental del estadio. Tras dos horas de búsqueda de las llaves y cola frente a la puerta de los espectadores, finalmente se soluciona por la vía directa. Unas enormes tenazas de más de medio metro, se corta el candado y puerta abierta. (Fases Pánico, Vergüenza 1, Dedicación y Vergüenza 2 a nivel planetario juntas).

Plan A y Plan BY por último, el caso más extremo, digno ganador de uno de los Premios Darwin del año 2008. (El Premio Darwin reconoce a aquellas personas que mueren debido a errores propios absurdos o descuidos fruto de la falta de una básica previsión. Y los premia porque debido a ello la especie humana mejora genéticamente, ya que su muerte impide que transmitan sus genes y se multiplique su estupidez). El premio fue para un hombre de Detroit de 41 años que perdió las llaves de su coche porque se le cayeron dentro de una alcantarilla. La alcantarilla tenía una escasa profundidad, con lo cual el hombre veía las llaves en el fondo a una distancia que parecía asequible alcanzar.

Como la alcantarilla tenía una rejilla abierta de unos 45 centímetros, el hombre introdujo su brazo y parte de su cuerpo, incluida la cabeza, para recuperar las llaves. Se quedó ahí atascado, con la cabeza dentro de la alcantarilla. Y murió ahogado en el agua, que tenía sólo 60 centímetros de profundidad.

(Pases Pánico, Dedicación y Apoteosis de la Estupidez juntas. Con especial mención para la última). No vamos a engañarnos, tener una cobertura de pérdida de llaves no es algo con lo que uno sueñe de pequeño. Ni algo en lo que uno piense todos los días.

Pero siempre va a ser mucho más conveniente para nuestros intereses que pagar un bombín nuevo.

(Que se lo pregunten a Scotland Yard con las 40.000 libras esterlinas que les costó en Wembley).

O, por supuesto, bastante más conveniente para nuestros intereses que morir ahogados en una alcantarilla. (No, al hombre de Detroit ya no se le puede preguntar).

 

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Javier Carro

Creativo publicitario con años de experiencia en España y México. Hablo de las motos y de los motoristas con la admiración de quien sabe que es un mundo que nunca ha podido realmente conocer. Porque solo una vez en mi vida, en Formentera un día de verano, llevé una moto… ¡Y conseguí no caerme!

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