La victoria es adictiva. Y los ganadores, insaciables. Cuando se saborea la dulzura del éxito nadie quiere renunciar a ella, ni siquiera si ha disfrutado a paladas. Así que cuando Ángel Nieto decidió retirarse de la competición no tuvo bastante con sus legendarios 12+1 títulos mundiales y sus 90 victorias en gran premio. Ya no iba a seguir corriendo, pero quería más.
La de 1986 fue su última temporada en el Campeonato del Mundo y no se dio demasiado margen para el siguiente desafío. El planteamiento parecía bastante razonable: aplicar toda su experiencia, sus contactos, incluso su carisma para crear un equipo de campanillas que le permitiría seguir sabiendo lo gratificante de sentirse el mejor, también como jefe de una escudería. Seguramente con matices, pero triunfos a fin de cuentas. Su gasolina durante más de dos décadas podía continuar alimentando su ambición ahora al otro lado del muro.
Así que en 1987 ya tenían en marcha el ambicioso Team Ducados Ángel Nieto. Y no se iba a andar con medias tintas en su objetivo, quería el título de 250cc y para ello se alió con un piloto español capaz de luchar por conquistarlo: Carlos Cardús. Todo de la mano de Honda, que no dudó en confiar a la escudería una de sus motos oficiales, las codiciadas NSR.
Nieto montó el equipo a su estilo, como a él le gustaba, a lo grande. Además de Honda como proveedora de motos y Tabacalera como patrocinador principal quisieron sumarse a su sueño Campsa, ADA y el mismísimo Julio Iglesias, uno de eso amigos incondicionales del campeonísimo zamorano que estampó su nombre en el carenado de las NSR. Ginés Guirado, ya entonces con reconocido prestigio en los grandes premios, se puso al frente del apartado técnico y la estructura echó a rodar con la disputa del GP de Japón de 1987.
No fue un buen inicio. ‘Titiri’ Cardús se lesionó de gravedad en la rodilla durante los entrenamientos de Suzuka y quedó condicionado para el resto de la temporada. Se perdió la siguiente carrera en Jerez y reapareció en Alemania, la tercera cita del año y en la que seguía en muy malas condiciones físicas. Pese a ello acabó en la cuarta posición, un resultado que invitaba a un optimismo que en realidad se quedó sólo en un espejismo: el de Tiana no estuvo en forma en todo el año y, aunque conquistó tres podios, no fue capaz de hacer valer su condición como uno de los aspirantes claros al título que finalmente se apuntó Anton Mang.
Todo un varapalo para Nieto. Estaba convencido de tener los mimbres necesarios para debutar como jefe de equipo a lo grande y aquella lesión de Cardús arruinó cualquier expectativa al respecto. También sabía mejor que nadie que tropiezos de ese estilo son parte del juego de las carreras, del deporte, desde luego que no iba a renunciar tan rápido a su sueño. La decepción inicial dejó paso a ánimos renovados y la estructura se reforzó, siempre teniendo en ‘Titiri’ su pilar fundamental. Por una parte, en 250cc se incorporó Alberto Puig, un valor emergente del motociclismo nacional que utilizaría en su proceso de aprendizaje la RS carreras-cliente de Honda; por otro lado, se ampliaba el campo de actuación con Julián Miralles en 125cc, igualmente con una de las máquinas del Ala Dorada, que seguía apostando por el proyecto de Ángel, muy apoyado desde la filial española de la marca japonesa.
La temporada 1998 era vital para el Team Ducados Nieto. El campeonísimo no estaba demasiado acostumbrado al fracaso, tampoco las empresas que le apoyaban, así que el título mundial volvía a ser el objetivo irrenunciable para todos con Cardús subido en aquella poderosa NSR 250. El año, sin embargo, tampoco empezó nada bien para el catalán: noveno en la primera cita de Japón y abandono en la siguiente de Estados Unidos. La situación en el equipo se tensó, Ángel quería, necesitaba, resultados cuanto antes y su piloto estrella empezó a criticar una presión excesiva de su jefe.
Así se llegó a la carrera de casa, al GP de España en el Jarama. Por tensión o por pasión, Cardús hizo la pole en el circuito madrileño. ¿Había revertido la situación? Para la escudería fue un bálsamo… pero de efectos efímeros. En la primera vuelta de competición, ‘Titiri’ se cayó, su cascó salió inexplicablemente despedido y en un fuerte impacto sufrió una severa lesión cerebral que incluso llegó a hacer temer por su vida. Otro duro golpe para el equipo y para su propietario, en lo profesional y en lo emocional. No sólo se tambaleaba el proyecto, también se mascaba la tragedia.
Por fortuna, Cardús salió adelante aunque no pudo regresar a la competición hasta cuatro carreras después, en el GP de Austria. Durante ese tiempo, la decisión que tomó Nieto para cubrir la plaza del piloto de baja fue subir a Puig a la moto oficial, mientras que el gallego Juan López-Mella se puso al manillar de la privada. Tampoco Alberto lo tuvo fácil con la NSR, muy diferente a su RS y que exigía un periodo de adaptación mayor del que dispuso. Un octavo puesto en Portugal fue el mejor resultado antes de que su propietario la recuperase. Tarde ya para uno y para otro, las opciones al título se habían esfumado sin ni siquiera tener oportunidad de defenderlas. Mientras, en el otro lado del ring, Sito Pons se convertía en el primer español capaz de conquistar la corona de 250cc, reteniéndolo además en 1989.
Posiblemente a Nieto le costó digerir todo lo ocurrido y el rendimiento de Cardús tampoco sirvió para normalizar la relación. Cuando se tienen tantas ilusiones como las de Ángel, no satisfacerlas resulta más que frustrante. Sobre todo para un ganador nato, para quien huye de la palabra derrota como de la peste. El jefe y su piloto se distanciaron, surgieron los primeros enfrentamientos y la desilusión se apoderó aún más del 12+1. No había empeñado tanto esfuerzo y compromiso en su proyecto para llegar a esta situación, no sólo deplorable en lo deportivo sino también en lo personal.
Julián Miralles sumó cuatro podios, ninguno en el escalón más alto, y terminó cuarto el Mundial de 125cc. No fue suficiente, claro está, para que Nieto quisiera seguir adelante. El desgaste personal había sido mucho, además de una clase a la que no estaba acostumbrado y que quizá no supo gestionar con todo el acierto necesario en momentos críticos. Sabía correr, sabía ganar y sabía lo que quería… siempre subido en una moto. Ayudar a otros a conseguirlo era un asunto bien distinto, un desafío que probablemente le llegó antes de lo deseable, sin olvidar que tampoco la fortuna quiso tenderle su mano en esta ocasión. ¿Una precipitación? No, sólo el impulso de una pasión.
Así que el Team Ducados Ángel Nieto se disolvió al finalizar la campaña 1988. Desde luego antes de lo que hubiera imaginado su promotor y por supuesto de lo hubiera deseado. Entendió que cada cosa en su tiempo y que aún debía aceptar que ya no era él quien iba subido en la moto. Su planteamiento, sin duda, no estaba equivocado. Nieto tenía mucho que aportar a este deporte, a los jóvenes pilotos, a cualquier equipo con ambiciones. Sólo era cuestión de esperar el momento. Y ahora ya sabemos que así fue, porque una década después, en 1999, ese nuevo título como jefe de equipo le llegó gracia a Emilio Alzamora.
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Fotos:
Ángel Nieto. Autor: Alfvanbeem
Mono Ducados. Autor: Antonio Tajuelo
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