El pasado invierno me compré una moto beige. Cuando uno tiene gripe hace cosas muy raras. Estos procesos febriles te hacen bajar las defensas hasta como consumidor. Pero allí estaba mi moto, brillante y preciosa en la pantalla de mi ordenador y ese color beige me parecía lo más.

La fiebre sin duda estaba haciendo de las suyas poniéndome la moto de mis sueños ante mis ojos. Ni su nombre impronunciable luciendo en el depósito, ni su pequeña cilindrada que hace que quede ridículo ese motor con tanta aparatosidad plástica en ese chasis, o el aspecto “chino” de las maletas laterales traseras me hicieron dudar. ¡Pero si hasta tiene flecos!

No podía parar de imaginarme subido en esa moto, recorriendo las carreteras, siendo la envidia de cualquiera que se cruzara en mi camino. Incluso podía oír a la gente murmurando en los semáforos, ¨¿Has visto esa moto? ¡Es beige!” En aquel momento pensé que había encontrado mi moto perfecta. Es más, al ver su precio pasó de ser la moto ideal a ser un chollo que ponía el destino en mi camino. Simplemente a golpe de tecla podía hacerla mía. Estaba ilusionado como un niño pequeño, incluso parecía que los malestares de la gripe remitían con la satisfacción de la compra que acababa de hacer. Pero nada me hacía presagiar la que se me venía encima.

Pasaron las semanas y mi moto beige llegó. Ahora ya no me parecía tan ideal. Pero la ilusión de una nueva moto ya sabéis que puede con todo. Sentado, aún sin arrancarla me reafirmaba en la compra que había hecho. Se nota ligera y la posición es cómoda, mi mente argumentaba ajena al fiasco.

Pero vamos a arrancarla que tengo muchas ganas de salir con ella para sentir las primeras impresiones. Esa frase fue el comienzo de mi decepción.

La decpcion viene de chinaUnos cuantos litros de combustible en el depósito, la batería recién cargada y girar la llave de contacto para apretar el botón de arranque. Tras unos cuantos intentos, cobra vida el motor. Su sonido, agradable. No hace justicia al conjunto de la moto, pero tampoco le vas a pedir peras al olmo. En cuestión de segundos y antes de que acabe de asimilar como es el ruido del escape, algo comienza a ir mal. Se está acelerando sola de manera gradual sin tocarla. Además, la gasolina está cayendo a chorros por el carburador. Salto sobre ella para apagarla cuanto antes, el ruido ya es ensordecedor, está a tope de vueltas y un charco de combustible amenaza en el suelo del garaje con arder a la menor.

Menudo susto, recobrada ya la compostura y fregona en mano para recoger todo este desastre empiezo a desconfiar de la compra. Una vez en casa comienzo a dar un vistazo en foros de internet sobre esta moto y averiguo enseguida que no soy al primero que le pasa. Al parecer en la cadena de montaje al chino de turno se ha liado con el montaje del carburador y la boya de este, la ha montado al revés. Además, en ese foro hay un montón de temas advirtiendo que se compruebe la conexión de los manguitos del aceite al radiador y la bomba, ya que estos también en algunas unidades están mal montados, haciendo que el aceite no circule correctamente para refrigerar el motor. Al leer esto mi cara palideció.

No puedo contenerme las ganas, bajo de nuevo al garaje herramientas en mano y ¡bingo! Tal y como indicaban los usuarios en los foros, la boya del carburador estaba mal montada y los manguitos del aceite cambiados de posición. Esto se empieza a ponerse feo. Pero prefiero otorgarle a mi moto beige el beneficio de la duda y salir a probarla mañana en cuanto amanezca, con otros ánimos y como si no hubiera pasado nada. Quizás he tenido la mala suerte de tener la unidad que montaron en la fábrica el día de la despedida de soltero de uno de sus trabajadores.

En este punto que os puedo contar de la decepción tan grande que me llevé con esta moto. Pocos días salí con ella y de los que puede salir, volví empujando a casa o en taxi del seguro de asistencia en carretera la mayoría de las veces. Menudo fiasco.

Además, las veces que se alineaban los astros y no se paraba por uno u otro motivo, la conducción era un desastre. Mal construida e inestable, con fallos de diseño como que la palanca del freno trasero pegaba en las defensas y no dejaba frenar a tope, o la llanta tipo fat boy en terminator a la que era imposible dar aire a la rueda porque las mangueras de las gasolineras no entraban en el hueco donde se alojaba la válvula de hinchado.

Pero el culmen llegó el día en que por séptima vez, se volvió a parar en medio una carretera de circunvalación. En esta ocasión, según supe luego, fue porque el revestimiento del interior del depósito se estaba desintegrando y se mezclaba con la gasolina taponando el carburador. Una vez más me encontraba esperando a la grúa a pie de cuneta, contemplando la moto beige y jurando otra vez que pondría un anuncio para venderla nada más llegar a casa. En ese preciso momento mis pensamientos se vieron interrumpidos por un coche patrulla de tráfico. Redujo la velocidad, encendió los rotativos y para justo detrás de la moto. Amablemente los agentes me preguntaron que me había pasado y me pidieron la documentación. Cual fue mi sorpresa cuando uno de los guardias se dirige hacia mí para indicarme, papeles en mano, que la matrícula que llevo no es la que aparece en la documentación. Uno de los números lo han cambiado y la placa de matrícula que luce en la trasera de la moto, no se corresponde con la de la documentación. De nuevo mi cara se descomponía.

Allí estaba yo. Con una moto china y beige en medio de la autovía, con dos guardias civiles arrodillados junto a ella comprobando el número de bastidor. La situación era dantesca.

Menos mal que el número de bastidor estaba correcto. Debía ser de lo poco correcto de toda la moto. A partir de ese momento la rutina de grúa, taller, taxi a casa ya nunca más se volvería a repetir. Puede mal vender a un compraventa aquella decepcionante moto y desde entonces cada vez que me tengo fiebre procuro no conectarme a páginas de compras por internet.

 

Valora este artículo sobre la decepción viene de China y es de color beige.
1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (33 votos, promedio: 4,84 de 5)
Cargando...

 

Albi Albarrán

Las motos, mi pasión desde los 16 años: pilotarlas, destriparlas, probarlas, escribir sobre ellas, o simplemente admirarlas. No hay especialidad motociclista que se me resista.

Ver todos

Añadir comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.