No han faltado, a lo largo de la historia motos curiosas, marcas y modelos que se salían de lo habitual.
Más de 120 años de industria de la motocicleta dan para mucho. Algunos historiadores de la materia, como el británico Roy Bacon, datan en 1896 la construcción del primer vehículo de dos ruedas propulsado por un motor de combustión interna (antes ya existían impulsados por vapor), así que en todo este tiempo las marcas han ido naciendo y muchas desapareciendo, dejando en su aventura ideas y soluciones de lo más variopintas.
Algunas crearon motos más curiosas que exitosas, salirse del guión de la aceptación general acarrea sus riesgos. Fueron diseños extravagantes, motores mastodónticos o conceptos poco acertados con un resultado prácticamente anecdótico en el mercado floreciente de la movilidad personal. No por carecer de ese beneplácito general dejan de tener estas curiosas propuestas un valor incuestionable por su contribución a la evolución del sector; avanzar exige tributos que no siempre llevan el sello del acierto y algunas de estas motos siguen en el recuerdo de quienes las conocieron.
Las Amazonas con motor de “escarabajo”
No es Brasil un país con una tradición destacable en la industria de la moto. En ese entorno de lo excepcional, Amazonas fue una marca que produjo entre 1978 y 1990, utilizando los motores a los que más fácilmente tenía acceso: los que Volkswagen montaba en los Beetle que allí se comercializaban. Así que con el propulsor de cuatro cilindros del Escarabajo, en sus variantes de 1.285 y 1.584cc, fabricaron enormes motos de talante viajero, pesadas, con ruedas de dimensiones también automovilísticas y un funcionamiento un tanto tosco. Además eran caras para el bolsillo de los motoristas brasileños, así que en apenas una década la marca desapareció.
La Amazonas fue producto de un conjunto muy específico de circunstancias presentes en Brasil a finales de los años setenta: una economía defectuosa y las fuertes políticas proteccionistas restringieron los productos importados, lo que impidió tanto la importación de motocicletas como sus recambios. Esta política tenía por objeto reforzar la producción local y obligar a la producción nacional, algo que se mantuvo hasta los años noventa.
Moto 6.5, la Aprilia de Philippe Starck
Philippe Starck está considerado como uno de los diseñadores más polifacéticos y prestigiosos del siglo XX. De su imaginación han surgido desde el interiorismo de clubs nocturnos a famosísimos objetos de cocina, pasando por edificios de oficinas, muebles, lámparas… e incluso una moto. En 1995, Aprilia le dio carta blanca para crear una máquina rompedora en sus formas, con tendencia al minimalismo y que arropaba un bastidor tubular en cuyo interior se alojaba un motor monocilíndrico de 649cc y una potencia de 45 CV. No se produjeron demasiadas unidades de la Motó 6.5, por lo que se ha convertido en un modelo deseado por los incondicionales de la marca italiana o los seguidores del diseñador.
«Es una moto sin duda masculina, aunque no tanto como la mayoría de las que dominan el mercado. Pero el verdadero problema no es el “sexo” de la moto, sino el marketing. Es en la comercialización donde se vende “una persona falsa”: “compra una harley y serás un motero” o “compra la paris dakar y serás thierry sabine”; y yo creo que es terrible comprar una personalidad, y especialmente terrible con una moto que es algo inteligente y minimalista. Mi diseño en cambio dice: “con esto, tú eres tú mismo, no un falso ángel del infierno”»
PHILIPPE STARCK
El experimento de la BMW C1
Con una larga tradición en motos ruteras, BMW presentó en los albores del siglo XXI su particular visión de un vehículo utilitario de dos ruedas. La C1 llegó al mercado en 2001 para competir con el fenómeno de los scooters, con una concepción muy original de una máquina en la que (al menos teóricamente) primaba la seguridad. Era así como estaba cubierta por un arco que permitía su utilización sin casco (en la mayoría de los países que se comercializó, incluido España), llevaba cinturones de seguridad y zonas de absorción de impacto en su carrocería, en una inspiración muy automovilística que pretendía atraer precisamente la atención de los usuarios de coche. La idea no cuajó tanto como sus creadores imaginaron y en apenas dos años salió de la producción de la marca alemana.
Harley-Davidson también tuvo un scooter
La supervivencia a lo largo del tiempo nunca es fácil, ni siquiera para los más poderosos. Incluso Harley-Davidson ha pasado, a lo largo de la historia, por distintas épocas duras en las que han debido recurrir al ingenio para seguir adelante. Unas veces con más acierto que otras, eso sí. De este modo fue como la marca de Milwaukee, tan consistente como el acero de sus legendarias monturas, llegó a fabricar scooters cuando el mercado lo demandó y necesitaba de esas ventas para mantener el negocio. Entre 1960 y 1965 produjo el Topper, con un motor dos tiempos de 165cc y concebido para dar un nuevo impulso a la empresa; sin embargo, obviamente no era ni su mercado ni su clientela y el intento de competir con las protagonistas del segmento resultó un fracaso clamoroso. Por fortuna para los apasionados de las Harley…
De bici a moto gracias a Cyclemaster
No hablamos en este caso de una moto entendida como tal, sino de un invento británico que servía para propulsar mecánicamente bicicletas en la década de los 50. Se trataba de un curioso ingenio con forma de cubo en el que se encontraba alojado un pequeño motor de dos tiempos y 25cc (en versiones posteriores incrementó ligeramente su cubicaje), que servía como eje para una rueda que se podía intercambiar por la trasera de cualquier bici. De este modo, el pedaleo se veía asistido por la potencia del dispositivo, que montaba un pequeño depósito de gasolina justo encima del motor para alimentarlo. La marca llegó a fabricar más tarde motocicletas completas, pero este dispositivo supuso toda una revolución en su momento.
Honda aprendió que el turbo, mejor para los coches
Honda es un gigante al que le gusta exhibir su capacidad tecnológica… aunque en ocasiones vaya un paso más allá de lo necesario. Fue lo que ocurrió en 1982 cuando presentó una versión turboalimentada de su CX 500, una solución inédita en una moto de producción en serie y que pretendía conquistar a los motoristas más exigentes con su sofisticación y sus prestaciones. Frente a la versión convencional de 50 CV alcanzaba los 82, pero a costa de una complejidad mecánica, un peso y un precio elevado que impidieron que su éxito fuera el apetecido por la marca. Fue una evidencia indiscutible de que los turbo, mejor para los coches…
Un nuevo modelo de motocicleta de baja cilindrada acababa de presentarse en el salón de la motocicleta de Milán de 1952 cuando en la casa Ferrari empezaron a llegar las llamadas de clientes solicitando información o directamente, encargos.
Propiedad de los hermanos Ferrari, que nada tenían que ver con Enzo Ferrari, tan sólo lanzaron unos pocos modelos durante los años que mantuvieron la empresa, y siempre con motores Monocilíndricos de baja cilindrada.
Años después de la aparición de la marca, Enzo Ferrari, tan celoso de la imagen de su marca y de su nombre, llevó a los hermanos Ferrari a los tribunales, obligándoles a cambiar su marca por “Fratelli Ferrari».
Ferrari también hizo motos
En realidad fue una marca que se llamó Ferrari y que también tenía su sede en la localidad de Maranello… pero que nada tenía que ver con la mítica empresa italiana de coches deportivos. La coincidencia en el nombre existía también en la calidad de sus productos, puesto que Ferrari Moto fabricó durante los años 50 modelos con motor de dos y cuatro tiempos a un magnífico nivel. Precisamente ese esmero en el diseño y construcción de sus máquinas, especialmente de sus sofisticados motores, penalizaba su precio venta al público y nunca llegó a ser una marca popular, lo que la abocó al cierre en 1959.
Quasar, adelantándose a su tiempo
Con otra filosofía, Quasar se adelantó a mediados de los 70 al concepto motociclista que BMW propuso con la ya mencionada C1. El fabricante británico creo un chasis tubular al que ancló una carrocería cerrada por su parte superior para ofrecer una mayor seguridad al ocupante. Este planteamiento se reflejaba igualmente en su motor de cuatro cilindros de origen Austin, encargado de mover los casi 320 kilos de peso del conjunto. Su planteamiento era principalmente rutero, la intención era que el usuario pudiera viajar más cómodo y protegido que en una moto convencional aunque disfrutando en parte del encanto dinámico de éstas. Sin embargo, la idea no tuvo demasiada aceptación (su elevado precio no ayudaba) y Quasar fabricó sólo una treintena de unidades antes de declarar la quiebra en 1983.
En 1968, después de que fracasara su idea anterior de un trike llamado “revolution”, que le obligó a cerrar su tienda de motocicletas en devizes, llamada “Chitty Chitty Bang Bang”, Malcolm Newell conoció a Ken Leaman durante unas vacaciones en escocia, y juntos diseñaron y construyeron el primer prototipo del Quasar una de las motos más curiosas que se recuerdan a día de hoy.
La primera fue vendida en diciembre de 1976. Wilson mantuvo los derechos a la máquina, y aunque ken hizo todo el trabajo y la puesta en marcha de una campaña de publicidad para ganar el interés del público, no aportó los fondos suficientes para la producción y poder satisfacer la demanda. Entre diciembre de 1976 y octubre de 1979, sólo produjo un total de seis vehículos.
Fuente foto Destacada: Licencia CC Attribution-Share Alike 3.0; Autor: Joachim Köhler
Fuente foto Amazonas: Licencia CC Attribution-Share Alike 3.0; Autor: Mariordo
Fuente foto BMW C1: Licencia CC Attribution-Share Alike 3.0; Autor: Achim
Fuente foto Ferrari: Licencia CC Attribution-Share Alike 3.0; Autor: Gede~commonswiki
Fuente foto Honda: Licencia CC Attribution-Share Alike 3.0; Autor: Rainmaker47
Fuente foto Moto 6.5.: Licencia CC Attribution-Share Alike 3.0; Autor: Thesupermat
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