El deporte femenino, que siempre ha estado segregado del masculino, ha encontrado un lugar relevante en las competiciones de motor porque son las únicas en las que mujeres y hombres compiten en igualdad de condiciones, sobre el mismo terreno y con idénticas armas. En el caso concreto del motociclismo, algunas especialidades como el motocross, el enduro o el trial cuentan con campeonatos específicos para mujeres, aunque cada vez son más frecuentes las disciplinas en las que féminas y varones se miden de tú a tú y son ellas las que alcanzan la gloria. Estos son los casos de Ana Carrasco o Laia Sanz, que han roto el techo de cristal del deporte femenino y se han reivindicado para conseguir el espacio que las pertenece por derecho propio.
El deporte femenino, que siempre ha estado segregado del masculino, ha encontrado un lugar relevante en las competiciones de motor porque son las únicas en las que mujeres y hombres compiten en igualdad de condiciones, sobre el mismo terreno y con idénticas armas.
La piloto murciana (22 años) tratará de revalidar en 2019 la corona lograda la pasada temporada, cuando se convirtió en la primera mujer en ganar un título del Campeonato del Mundo de velocidad de la Federación Internacional de Motociclismo (FIM) al coronarse en la categoría de SuperSport300 en el circuito francés de Magny-Cours. “La gente nunca ha confiado en que una chica pueda ganar, ese es el problema. El haberlo conseguido puede ser un antes y un después, porque ahora todo el mundo ha visto que una mujer puede competir y rendir igual o mejor que un hombre. Ahora será más fácil que lleguen más mujeres y puedan hacer buenos resultados. Mi trabajo en el circuito es el mismo que el de un hombre, soy un piloto más y trabajo para conseguir resultados a nivel deportivo. Cuando me bajo de la moto, soy una mujer. Por eso, todo lo que se consigue va abriendo camino a todas para que lo tengan más fácil”, reivindica Ana Carrasco, que gracias a su corona de campeona del mundo ha conseguido el respaldo de la fábrica Kawasaki.
Nominada a los Oscars del deporte, a un premio Laureus como revelación del año, cree que la visibilidad que le ha reportado el título puede abrir camino a las nuevas generaciones. “Cuando yo empecé no había mujeres y siempre me he fijado en pilotos masculinos, pero ahora puedo ayudar a que más niñas nos vean y digan que quieren hacerlo”, reflexiona mientras sueña con competir algún día enMotoGP™ o Superbike.
Laia Sanz (33 años), múltiple campeona del mundo de trial y enduro femeninos, ha hecho del Dakar su competición rodeada de hombres. La mujer que ha logrado la mejor clasificación en moto en el raid más duro del mundo –novena en 2015- tras nueve participaciones consecutivas sabe que el físico marca diferencias en las competiciones de off-road. “Hay pilotos que van a saco desde el principio, pero eso no da dividendos a largo plazo. Soy consciente de mis limitaciones. Si en un punto de la carrera voy lenta, no dejo que eso me afecte porque cuando veo una oportunidad clara acelero. Debes estar equilibrado mentalmente, conocer tu moto, saber navegar y encontrar un equilibrio de todos estos elementos. Si uso la cabeza, soy capaz de superar a muchos de los favoritos”, asegura la piloto catalana, acostumbrada a bregar en un mundo mayoritariamente masculino.
Hay pilotos que van a saco desde el principio, pero eso no da dividendos a largo plazo. Soy consciente de mis limitaciones. Si en un punto de la carrera voy lenta, no dejo que eso me afecte porque cuando veo una oportunidad clara acelero. Debes estar equilibrado mentalmente, conocer tu moto, saber navegar y encontrar un equilibrio de todos estos elementos. Si uso la cabeza, soy capaz de superar a muchos de los favoritos.
“Siempre he tenido que demostrar más que mis compañeros. Cuando competía en trial, si ganaba, muchos de los compañeros hacían comentarios aludiendo a que cómo era mujer los jueces me regalaban el triunfo”, recuerda tras batir a toda la competencia masculina en el Campeonato de España cadete con sólo 13 años. “Ojalá llegue un momento en el que la igualdad de género esté presente en todos los sectores y haya, en cualquier profesión, el mismo número de mujeres que de hombres”, reclama.
“Siempre he tenido que demostrar más que mis compañeros. Cuando competía en trial, si ganaba, muchos de los compañeros hacían comentarios aludiendo a que cómo era mujer los jueces me regalaban el triunfo”, recuerda Laia Sanz tras batir a toda la competencia masculina.
Una premisa que persiguen tanto la Federación Española de Motociclismo (RFEM) como las propias pilotos. Sin embargo, el hecho es que las licencias de mujeres son mucho menores que las de hombres, que copan la mayoría de las parrillas de los campeonatos. “Ahora mismo no creo que llegue al 7% u 8% de las mujeres en el motociclismo. Lo ideal sería llegar a la paridad. Yo creo, que tal y como están los deportes ahora mismo, se podría llegar, pero en la moto parece que no. El físico, la distinta constitución del hombre y de la mujer, les diferencia mucho en cuanto a resultados”, asegura Manuel Casado, presidente de la RFME.
Un hecho que se evidencia en los propios medios de comunicación. Un estudio de la Universidad Carlos III de Madrid desvela que la presencia de la mujer en la prensa deportiva se reduce a un 5,11%, mientras que el hombre protagoniza el 92,2% de las informaciones. Del porcentaje correspondiente a las féminas, hay que diferenciar entre las noticias que hacen referencia a las propias deportistas de las que informan sobre sus parejas, familiares y sobre su aspecto físico.
En buena medida, el deporte es un fiel reflejo de lo que ocurre en la sociedad. De ahí la desigualdad en cuanto a salarios y reconocimiento que las mujeres sufren respecto a los hombres. Sólo hay una mujer (Serena Williams) entre los 100 deportistas internacionales que han sumado más ingresos el último año, según el ranking publicado por la revista Forbes. Una situación derivada, en gran parte, por la escasa inversión publicitaria que reciben las féminas.
Otro de los lastres que sufren las deportistas españolas se deriva de una legislación obsoleta. La actual Ley del Deporte, que data de 1990, es discriminatoria con las mujeres: no otorga carácter profesional a las competiciones femeninas. Una situación que provoca que muchas no puedan acceder a un contrato profesional ni estén protegidas por un convenio laboral. Una ley en vigor con tres décadas a sus espaldas. Si la sociedad avanza, ¿por qué no lo hace la legislación?
Otro de los lastres que sufren las deportistas españolas se deriva de una legislación obsoleta. La actual Ley del Deporte, que data de 1990, es discriminatoria con las mujeres: no otorga carácter profesional a las competiciones femeninas. Situación que provoca que muchas no puedan acceder a un contrato profesional ni estén protegidas por un convenio laboral.
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